Se pronuncia "Alin"!!!!
Lo que sea...
martes, 29 de noviembre de 2011
Comer o no comer pato!!!
jueves, 21 de julio de 2011
¡¡Guapo no es, pero tiene un no se que, que no se cómo… pero ayyyyyy!!
jueves, 5 de mayo de 2011
El porqué de las bifurcaciones:
¿Alguna vez te ha parado un acosador indeseable? Seas hombre o mujer, estés feo o guapa, seas popular o invisible siempre existirá alguien más abajo que tú en la cadena alimenticia que sentirá la urgencia de estar cerca de ti, aunque tú no lo desees, ni lo peles, o lo aborrezcas… Ya sea porque tiene una necesidad impostergable de saciar su apetito sexual con la primera persona que se deje, porque le gustas físicamente, o porque se quiere casar contigo, por lo que sea, quiere estar cerca de ti, dar el primer paso, pero ¡oh! Sorpresa… ¡tu no!
No se trata de mamonería, es razonable esperar algo de sudor, traspiés, tartamudeo, o mala conversación de una persona que esta tan ansiosa por conocerte. Pero existe la posibilidad de que la persona esté tan desesperada por que nadie más le hace caso y eso se pude deber a factores tan variados como: una reserva monumental de sarro que lo haría sobrevivir bien nutrido a un confinamiento de 7 meses, una emanación pestilente que no sabes si proviene de sus axilas, cabello, manos, ropa o del perro muerto de la esquina que nadie se ha compadecido a enterrar (o que quizá lleva escondido ya en el bolsillo…), a su petulancia (a pesar de la palabra, no se refiere a lo mencionado anteriormente…) que no es más que una sobredosis de autoestima que lo convierte en otras palabras, en un creído… llega como si se acabara de bajar de un Lamborgini con un traje sastre perfumado por Lacoste, con una cara tipo Tom Welling y los fajos de billetes rebosando del saco, solo que acaba de bajar del camión con el olor descrito anteriormente y el pantalón le resbala por el trasero sin cachetes dejando ver un bóxer decolorado de los Simpson y se presenta así: “Hola guapa, me llamo Carlos y soy soltero” ¡Obviamente es soltero! ¿Quién querría salir con alguien así??
Con un esfuerzo por no ser grosera sonríes dejando ver inevitablemente tu desagrado y contestas con monosílabos sus preguntas que pueden ser algo así como: ¿Cómo te llamas? ¿Por qué estas tan guapa? ¿Cómo es que tu novio te deja salir sola? ¿Estudias? ¿Cuándo le aceptas una invitación a salir? Y ahí aprovechara para presumirte, aunque no sea cierto, que él solo va a ___escribe el nombre del mejor centro comercial que no esté en la zona___ porque esa zona no es digna para él, es para NACOS…
En fin, entre la verborrea del engreído ese y tu desesperación por escapar, miras a tu alrededor y descubres que estas en una calle larga, larga como la chingada y eso que la chingada es larga y¡¡¡sin bifurcaciones!!! Eso quiere decir que tu única manera de cortarlo sería detenerte y fingir una paraplejia espontanea o allanar alguno de los hogares por cuyas puertas pasas soñando que son hoyos negros que te tragaran y te alejaran de ahí.
Cuenta la leyenda que una situación similar creó la primera bifurcación (antes todas las calles eran de kilómetros y kilómetros), la víctima, que en ese caso era hombre, no soportó un paso más y corrió tan rápido que al estrellarse con el muro exterior de una casa logro atravesar toda la construcción antes de morir por hemorragias internas, parece que su cerebro había estallado antes del impacto debido a la presión psicológica… pobre tipo. Pero después de ahí las personas que se identificaron con su caso, para prevenir en vez de lamentar, comenzaron a cortar las largas construcciones, y así surgieron las cuadras. La misma muralla china tiene escapes que los atacantes respetan y pasan por alto porque es una ley no escrita que la longitud de las cuadras no debe exceder 1 minuto para ser recorrida a paso acelerado.
Así que la próxima vez que seas acosado, utiliza las bifurcaciones para escurrirte, no tendrás que soportar la conversación en un largo callejón sin salida… a menos que el acosador te siga a través de las bifurcaciones o resulte ser tu vecino. En ese caso es mejor chocar con una pared.
martes, 8 de marzo de 2011
Las mujeres que no amaban a los hombres que las aman y que aman sin pensar a otros hombres a los que les vale madres.
Buscamos el amor por parte de los hombres, pero rechazamos a los hombres que nos aman y buscamos a aquellos que nos ignoran.
No es masoquismo. De hecho se trata de algo bastante simple…
Cuando un hombre nos corteja (si, así dice mi abuelita) muestra su lado mas varonil para distinguirse de los demás hombres, lo que termina por cautivarnos es una muestra de sensibilidad y atención, cosas como confesar que saca a pasear a sus sobrinos o que cuida a su hermanita, así sabemos que puede sacrificar un poco de su hombría en aras de la felicidad de alguien a quien ama. Por lo tanto estará dispuesto a ir a nuestros conciertos de pop meloso, a ver nuestras películas de Julia Roberts y quizá hasta tolerará compartir nuestras reuniones con amigas.
Todo bien hasta ahora.
Pero una vez que alguien preguntó y el otro alguien dijo sí, empieza el proceso de adaptación en el que él conoce tus defectos y tú los suyos, descubren intereses comunes y hasta ahí todo va de maravilla.
Después pasan los meses de enamoramiento en el que tus endorfinas se encuentran al tope, y esas mariposas en el estómago se van quedando dormidas. Se conocen más profundamente y en algún momento de gran intimidad (quizá después de un delicioso maratón en la cama) en el que se encuentran aun desnudos y entrelazados, tú de preferencia entre sus musculosos, tibios y protectores brazos, comienzan a platicar y te revela un detalle incomodo de su vida, quizá una experiencia traumática y
dolorosa sobre su ultima pareja, sus padres, sus hermanos mayores, su mejor amigo, etc... Y en la emotividad del momento cambian papeles y entonces son tus brazos los que lo rodean y lo incitas a desahogarse, le haces saber que estas ahí para el y (¡OJO con este instante!) tú te conviertes en la parte protectora.
No quiero ser egoísta, ambos lados de la pareja para funcionar deben saber comprender y animar, recoger los pedazos del amado y reconstruirlo a besos y palabras dulces cuando es necesario. Pero el problema radica en que de pronto los hombres comienzan a verte como una madre, no se trata de haber dejado los ligueros
y el corsé a un lado, sino que el amor y la confianza llegan en cierto momento a confundirse. En algún punto los hombres creen que estas ahí solo para consolarlos, para hacerles caldo de pollo para el alma y mecerlos frente a la chimenea mientras llueve afuera.
Las mujeres tenemos la costumbre de lloriquear con las amigas, con la mamá, con el amigo gay y a veces (cuando buscamos venganza) con el hermano lleno de esteroides. Es común que compartamos nuestros problemas con la pareja, pero para las nimiedades y para las catástrofes contamos siempre con una confesora que aguanta todo por que nosotras también aguantamos todo para ella y una vez que nos hemos desmoronado y reconstruido con la amiga podemos conversar con la pareja, ya que tenemos la mente un poco mas clara así que solo recibe una breve bitácora de los acontecimientos, el caos minimizado.
Pero los hombres no lloran con los hombres, al m
enos en su mayoría, únicamente cuando se trata de mal de amores, por que para eso la cura se encuentra en las cervezas y los tables y son los amigos los primeros en recetar y proveer el medicamento. Para los “pedos en la chamba” igual. Pero si discutió con su mamá, si algo revivió algún trauma infantil, si está enfermo, si esta frustrado con su trabajo, su casa, su coche, su físico, etc. Es algo que no le contara a su gremio de borrachos, por que en el machismo (que sigue latente sin importar lo que digan en la T.V.) eso provoca bromas pesadas que pueden hasta ocasionarle un apodo en el futuro.
Entonces va con la nueva figura materna que lo alimenta, que lo escucha, que lo cuida: La pareja, llámese novia o esposa (sin “etc.” Porque solo e
n esas dos relaciones se establece este síndrome). Y se desahoga una y otra vez y otra vez y otra vez, despedazando y escupiendo sobre la delgada línea entre ser o no ser madre. Y aunque al llegar la noche quiera restablecer su hombría en la cama, la libido se ve disminuida sin remedio por que no puedes creer que te poseerá con fiereza un hombre que durante la cena te contaba como al comer de niño se “embarraba los cachetitos” o que le “duele su panshita” esto dicho con sus propias palabras.
Y no acaba ahí, inconscientemente también dejan a un lado la necesidad de comportarse varonilmente contigo, no es necesario, son un libro abierto. Pero ya no te cubren con sus musculosos brazos, sino se acurrucan de espaldas a ti para que les hagas piojito hasta quedar dormidos, si se golpean se quejan y te miran ofreciendo
la parte afectada (que no siempre es la divertida…) para que la beses o sobes. Era tan adorable cuando simulaba que no le dolía o decía Auch! Con su voz normal… pero ahora la adorabilidad esta rayando a la ridiculibilidad… y dice … Ahhh… me dolió L … o Ay… mi “ti-ti”… mientras finge un puchero y agudiza la voz con la intención de enternecerte.
Ya no te roza seductoramente, sino se frota y ronronea como un gatito…
Hay un punto en que la dependencia natural y reciproca se vuelve una dependencia de niñera. En algún punto tu gran necesidad de mi, hará que yo deje de necesitarte.
Sí, queremos hombres sensibles,
Hombres que puedan hablar de sus sentimientos.
Hombres que sepan aceptar la ayuda de su compañera de vida.
Hombres que confíen en nosotras.
Que nos amen.
Pero que no lloren más que tu, que no te vean como su mami, que tengan indigestión, no les “duela la pancita”, que se corten, no se “hagan un ti-ti”
o hasta soportamos que se den en la madre!! Prefiero en lo personal las palabrotas que el vocabulario que escucho de mi sobrina de kínder garden.
miércoles, 17 de febrero de 2010
De cuerpos y sitios.
La estela que dejamos al huir de un sitio o de una persona es como un resorte que inevitablemente volverá a su forma original. Llevandote de regreso.
Y a veces cuando regresas a ese lugar del cual huiste, se siente un poco nuevo. No para tu cuerpo, sino para tus recuerdos.
Buscas el miedo en las paredes, tras las ventanas, en los resquicios, en las vueltas, sin encontrarlo. En su lugar recuerdas todo lo que te enamoró de aquel sitio, lo que te retuvo y despierta en ti el amor por esa parte tuya, ese eco de ti que te llama y te seduce para no volver a irte.
¿Cometerás el mismo error de nuevo?
viernes, 5 de febrero de 2010
Hoy.
Hoy encontré un montón de aretes sin par. Me pregunté ¿si encontrara el par de alguno en mal estado, dejaría el bueno a su lado o guardaría los dos para no ponermelos jamás?
¿Será posible que si tiro esos aretes sin par, muchos años después, se vuelvan a encontrar con su compañero en algún cosmos de basura?
Lo único que sé es que un par de aretes debe ser un par, hasta que la comodidad indique lo contrario.
sábado, 23 de enero de 2010
Sobre la madurez y otros menesteres...
La semana pasada mientras escombraba uno de esos muebles que solo duran escombrados mientras suspiras lleno de satisfacción al terminar. Me di cuenta de que esta vez el montón de basura que habia sacado, era el más grande que había tirado hasta entonces. Y fue cuando comenzé a pensar sobre el "Complejo de Ratón"
El "Complejo de ratón" consiste básicamente en guardar todo objeto palpable, no importa cuantas cajas, carpetas o muebles tengas para guardar cosas, siempre estarán llenos y siempre necesitarás más. Otra cosa de la que me di cuenta ese día fue que, aún si tu complejo de ratón no es crónico, se puede medir tu nivel de madurez de acuerdo a la cantidad de basura que saques al escombrar un espacio. El "complejo de ratón" se dispara por alguna de las siguientes razones:
1.- El roce con algun ser especial. Puede ser un lapiz mordisqueado, una cuchara o la servilleta que un ser de esos que nos hacen sentir que los demás estamos mal hechos, te extendió para limpiarte la cara de babosa que pusiste cuando hablaron por primera vez.
2.- Ese objeto marcó un momento especial de tu vida. La envoltura de la paleta que comiste con tus amigas el primer dia de sus primeras vacaciones juntas (ese dato se saco de una historia veridica). La playera con la que saliste con tu novio de años por primera vez, que ya no te queda, que ya no parece playera, pero que contiene en ella el testimonio de sus primeros minutos juntos. (Ahhh que romantico!)
3.- El delirio obsesivo de que tal vez algún día nos servirá para algo crucial. Eso parecería útil para cubrir el dicho de "Ser humano prevenido, vale por dos" aunque usualmente cubre más una de las leyes de Murphy: "Cuando decidas tirar algo que has guardado durante años, invariablemente lo necesitarás una semana después". (El tiempo que pasé después de tirarlo puede variar)
Asi que cuando entres en razón y notes que aunque tires la carpeta que contiene todas las cartas de tus amigos o seres queridos, no cambiará en modo alguno lo que sienten por ti. Cuando seas capaz de alimentar a tu propio ego y te deshagas de notitas y cartas de tus ex-parejas y admiradores secretos. Cuándo te des cuenta de que lo único que deja una persona al tocar un objeto es una ligera y casi imperceptible capa de células muertas y huellas digitales. Cuando te des cuenta, de que si llegaras a necesitar una hoja del color que tienes guardado (y que muchas veces no es ni siquiera una hoja completa), es poco probable que requieras solo una y será necesario que hagas el viaje a la papeleria. Cuando dejes de mover la vela para emergencia que nunca encuentras cuando se va la luz. Cuando te atrevas a abrir el bote de resistol que lleva años paseando de un escondite a otro y te das cuenta de que esta completamente seco.
Cuando logres hacer todo eso, y como resultado tengas dos o más bolsas grandes y negras de basura, ese será tu grado de madurez: + basura = + madurez. Y a pesar de todo, sin importar cuantas cosas logres tirar, no pasarán más de tres meses para que otra generación de basura tome su lugar. Porque el complejo de ratón es una enfermedad degenerativa y si no se trata a tiempo puedes morir (entre otras maneras) durante un incendio: Al tratar de rescatar la mayor cantidad de objetos inservibles, te verás en la necesidad de elegir, lo que te provocará un colapso de nostalgia que te hará finalmente imposible abandonar tu hogar en llamas. O trataras de huir con tantos objetos que al final te será imposible atravesar la puerta.
Todo esto me lleva a una nueva conclusión. La madurez existe. Pero solo se madura sobre una etapa lejana de la vida. Al prescindir de los amuletos del pasado podemos jactarnos de haber madurado sobre esa etapa de nuestras vidas. Pero en ese mismo instante estaremos cargando en la bolsa, o en la cartera los nuevos "viejos amuletos" que tiraremos tiempo después. Lo cual me recuerda a un fragmento de poema que guardaba en una de las carpetas que tiré y al cuál le dediqué un momento para guardar en la memoria.
"...Entonces... no teníamos recuerdo. Éramos el recuerdo que tenemos ahora. Ídolos de nosostros mismos, para la fé sumisa del después."
Gabriel Ferrater.
Memoria: El complejo de ratón original. Tal vez sea el miedo a la vulnerabilidad de nuestra mente, a la facilidad con la que pueden confundirse los sueños con los recuerdos por lo que necesitamos las cosas palpables para reafirmar nuestro pasado. Comprobar lo que almacenamos en la mente, con lo que almacenamos hasta debajo del mantel. Conservarnos, más allá del olvido.
He escrito.