martes, 8 de marzo de 2011

Las mujeres que no amaban a los hombres que las aman y que aman sin pensar a otros hombres a los que les vale madres.


Buscamos el amor por parte de los hombres, pero rechazamos a los hombres que nos aman y buscamos a aquellos que nos ignoran.

No es masoquismo. De hecho se trata de algo bastante simple…

Cuando un hombre nos corteja (si, así dice mi abuelita) muestra su lado mas varonil para distinguirse de los demás hombres, lo que termina por cautivarnos es una muestra de sensibilidad y atención, cosas como confesar que saca a pasear a sus sobrinos o que cuida a su hermanita, así sabemos que puede sacrificar un poco de su hombría en aras de la felicidad de alguien a quien ama. Por lo tanto estará dispuesto a ir a nuestros conciertos de pop meloso, a ver nuestras películas de Julia Roberts y quizá hasta tolerará compartir nuestras reuniones con amigas.

Todo bien hasta ahora.

Pero una vez que alguien preguntó y el otro alguien dijo sí, empieza el proceso de adaptación en el que él conoce tus defectos y tú los suyos, descubren intereses comunes y hasta ahí todo va de maravilla.

Después pasan los meses de enamoramiento en el que tus endorfinas se encuentran al tope, y esas mariposas en el estómago se van quedando dormidas. Se conocen más profundamente y en algún momento de gran intimidad (quizá después de un delicioso maratón en la cama) en el que se encuentran aun desnudos y entrelazados, tú de preferencia entre sus musculosos, tibios y protectores brazos, comienzan a platicar y te revela un detalle incomodo de su vida, quizá una experiencia traumática y

dolorosa sobre su ultima pareja, sus padres, sus hermanos mayores, su mejor amigo, etc... Y en la emotividad del momento cambian papeles y entonces son tus brazos los que lo rodean y lo incitas a desahogarse, le haces saber que estas ahí para el y (¡OJO con este instante!) tú te conviertes en la parte protectora.

No quiero ser egoísta, ambos lados de la pareja para funcionar deben saber comprender y animar, recoger los pedazos del amado y reconstruirlo a besos y palabras dulces cuando es necesario. Pero el problema radica en que de pronto los hombres comienzan a verte como una madre, no se trata de haber dejado los ligueros

y el corsé a un lado, sino que el amor y la confianza llegan en cierto momento a confundirse. En algún punto los hombres creen que estas ahí solo para consolarlos, para hacerles caldo de pollo para el alma y mecerlos frente a la chimenea mientras llueve afuera.

Las mujeres tenemos la costumbre de lloriquear con las amigas, con la mamá, con el amigo gay y a veces (cuando buscamos venganza) con el hermano lleno de esteroides. Es común que compartamos nuestros problemas con la pareja, pero para las nimiedades y para las catástrofes contamos siempre con una confesora que aguanta todo por que nosotras también aguantamos todo para ella y una vez que nos hemos desmoronado y reconstruido con la amiga podemos conversar con la pareja, ya que tenemos la mente un poco mas clara así que solo recibe una breve bitácora de los acontecimientos, el caos minimizado.

Pero los hombres no lloran con los hombres, al m

enos en su mayoría, únicamente cuando se trata de mal de amores, por que para eso la cura se encuentra en las cervezas y los tables y son los amigos los primeros en recetar y proveer el medicamento. Para los “pedos en la chamba” igual. Pero si discutió con su mamá, si algo revivió algún trauma infantil, si está enfermo, si esta frustrado con su trabajo, su casa, su coche, su físico, etc. Es algo que no le contara a su gremio de borrachos, por que en el machismo (que sigue latente sin importar lo que digan en la T.V.) eso provoca bromas pesadas que pueden hasta ocasionarle un apodo en el futuro.

Entonces va con la nueva figura materna que lo alimenta, que lo escucha, que lo cuida: La pareja, llámese novia o esposa (sin “etc.” Porque solo e

n esas dos relaciones se establece este síndrome). Y se desahoga una y otra vez y otra vez y otra vez, despedazando y escupiendo sobre la delgada línea entre ser o no ser madre. Y aunque al llegar la noche quiera restablecer su hombría en la cama, la libido se ve disminuida sin remedio por que no puedes creer que te poseerá con fiereza un hombre que durante la cena te contaba como al comer de niño se “embarraba los cachetitos” o que le “duele su panshita” esto dicho con sus propias palabras.

Y no acaba ahí, inconscientemente también dejan a un lado la necesidad de comportarse varonilmente contigo, no es necesario, son un libro abierto. Pero ya no te cubren con sus musculosos brazos, sino se acurrucan de espaldas a ti para que les hagas piojito hasta quedar dormidos, si se golpean se quejan y te miran ofreciendo

la parte afectada (que no siempre es la divertida…) para que la beses o sobes. Era tan adorable cuando simulaba que no le dolía o decía Auch! Con su voz normal… pero ahora la adorabilidad esta rayando a la ridiculibilidad… y dice … Ahhh… me dolió L … o Ay… mi “ti-ti”… mientras finge un puchero y agudiza la voz con la intención de enternecerte.

Ya no te roza seductoramente, sino se frota y ronronea como un gatito…

Hay un punto en que la dependencia natural y reciproca se vuelve una dependencia de niñera. En algún punto tu gran necesidad de mi, hará que yo deje de necesitarte.

Sí, queremos hombres sensibles,

Hombres que puedan hablar de sus sentimientos.

Hombres que sepan aceptar la ayuda de su compañera de vida.

Hombres que confíen en nosotras.

Que nos amen.

Pero que no lloren más que tu, que no te vean como su mami, que tengan indigestión, no les “duela la pancita”, que se corten, no se “hagan un ti-ti”

o hasta soportamos que se den en la madre!! Prefiero en lo personal las palabrotas que el vocabulario que escucho de mi sobrina de kínder garden.

Por que no solo dejan de ser atractivos para nosotras, sino nosotras también dejamos de ser atractivas para ellos. Buscan la sensualidad femenina que nos merman y nosotros la masculinidad que se queda de lado para nosotras.

Los hombres débiles enternecen, no se aman. No puedes seducir lo que proteges maternalmente, es como corromper, es incestuoso…

Sí, queremos hombres sensibles, queremos HOMBRES!!!