jueves, 21 de julio de 2011

¡¡Guapo no es, pero tiene un no se que, que no se cómo… pero ayyyyyy!!

La clave está en la actitud. A pesar de lo trillado que suene, la regla de oro es muy cierta pero por una razón diferente a la que nos han dicho, pues no tiene nada que ver con la buena vibra, ni con reflejar una actitud positiva. Se trata de algo aun más sencillo:
Lo que nos afea es la cara de morita que hacemos por el esfuerzo para ocultar nuestros defectos.
No es una regla corta, pero es cierta. 
El defecto es defecto hasta que alguien con actitud se levanta un día y dice: ya estoy hasta la madre de intentar parecerme a (actor de crepúsculo) si aunque consiga que el peinado me quede en el cabello de escobeta, me opere para tener la nariz respingada, me implante pectorales sobre la marimba de mis costillas, me haga la manicura y pedicura y me compre la loción que anuncia él. ¡Lo chaparro y prieto no se me quita!
-¡Quién quiera, que me quiera, si quiere!
Segundo acto, el tipo sale y sorpresivamente recibe una sonrisa sincera y coquetona de la vecina que le gusta.  
¿Por qué? Los defectos no son mas que matices que se pondrán de moda en algún siglo próximo, o tal vez no tan próximo pero de que se pondrán de moda, se pondrán. No busquemos encajar en este siglo. Que el siglo nos encuentre. Sepan que en algún otro tiempo alguien anhelara tener nuestros rasgos. Y si encuentran a alguien que no sepa esperar a ese siglo para convertirnos en su canon y amarnos, no lo dejen ir.
Adam Sandler, Eugenio Derbez, Facundo, son claros ejemplos de la actitud. Uno tiene calvicie temprana, otro cabeza en forma de huevo y el otro simplemente está mal. Lo que tienen los tres en común aparte de su fealdad, es su gran capacidad para no tomarla tan en serio y por ello se codean con gente que esta un poco mejor hecha , son buscados, admirados y hasta imitados.
¡Fuera poses!
 Cuando el rostro se relaja, no embellece nuestras facciones, pero tampoco nos hace ver como alguien que necesita un poco mas de fibra en el desayuno. Y ese gesto de transito lento es una de las primeras barreras que distraen a la gente que podría interesarse en conocernos. Alguien encontrará nuestros defectos lindos, simpáticos o hasta curiosos y esa puede ser una herramienta para estar a pocos centímetros de alguien con el pretexto de que lo dejamos “examinarnos”.
Tomar para olvidar la fealdad es un arma de doble filo, si tomas muy poco no te das valor para hablarle a alguien y si tomas demasiado puedes acabar con alguien que parecía del sexo opuesto y terminó jugando contigo a las espadas. Si antes de tomar tienes ya una actitud relajada, las copas que ingieras solo serán un pretexto para abordar a alguien en la barra.
En resumen: los defectos que te acomplejen tanto como para desear ocultarlos, son tan evidentes que no los podrás ocultar, pero tú decides si agregarle a esto un letrero que diga “Baja Autoestima” o un “Tócame, soy real”.