miércoles, 17 de febrero de 2010

De cuerpos y sitios.


La estela que dejamos al huir de un sitio o de una persona es como un resorte que inevitablemente volverá a su forma original. Llevandote de regreso.

Y a veces cuando regresas a ese lugar del cual huiste, se siente un poco nuevo. No para tu cuerpo, sino para tus recuerdos.

Buscas el miedo en las paredes, tras las ventanas, en los resquicios, en las vueltas, sin encontrarlo. En su lugar recuerdas todo lo que te enamoró de aquel sitio, lo que te retuvo y despierta en ti el amor por esa parte tuya, ese eco de ti que te llama y te seduce para no volver a irte.

¿Cometerás el mismo error de nuevo?

viernes, 5 de febrero de 2010

Hoy.


Hoy encontré un montón de aretes sin par. Me pregunté ¿si encontrara el par de alguno en mal estado, dejaría el bueno a su lado o guardaría los dos para no ponermelos jamás?

¿Será posible que si tiro esos aretes sin par, muchos años después, se vuelvan a encontrar con su compañero en algún cosmos de basura?

Lo único que sé es que un par de aretes debe ser un par, hasta que la comodidad indique lo contrario.

sábado, 23 de enero de 2010

Sobre la madurez y otros menesteres...



La semana pasada mientras escombraba uno de esos muebles que solo duran escombrados mientras suspiras lleno de satisfacción al terminar. Me di cuenta de que esta vez el montón de basura que habia sacado, era el más grande que había tirado hasta entonces. Y fue cuando comenzé a pensar sobre el "Complejo de Ratón"

El "Complejo de ratón" consiste básicamente en guardar todo objeto palpable, no importa cuantas cajas, carpetas o muebles tengas para guardar cosas, siempre estarán llenos y siempre necesitarás más. Otra cosa de la que me di cuenta ese día fue que, aún si tu complejo de ratón no es crónico, se puede medir tu nivel de madurez de acuerdo a la cantidad de basura que saques al escombrar un espacio. El "complejo de ratón" se dispara por alguna de las siguientes razones:


1.- El roce con algun ser especial. Puede ser un lapiz mordisqueado, una cuchara o la servilleta que un ser de esos que nos hacen sentir que los demás estamos mal hechos, te extendió para limpiarte la cara de babosa que pusiste cuando hablaron por primera vez.

2.- Ese objeto marcó un momento especial de tu vida. La envoltura de la paleta que comiste con tus amigas el primer dia de sus primeras vacaciones juntas (ese dato se saco de una historia veridica). La playera con la que saliste con tu novio de años por primera vez, que ya no te queda, que ya no parece playera, pero que contiene en ella el testimonio de sus primeros minutos juntos. (Ahhh que romantico!)

3.- El delirio obsesivo de que tal vez algún día nos servirá para algo crucial. Eso parecería útil para cubrir el dicho de "Ser humano prevenido, vale por dos" aunque usualmente cubre más una de las leyes de Murphy: "Cuando decidas tirar algo que has guardado durante años, invariablemente lo necesitarás una semana después". (El tiempo que pasé después de tirarlo puede variar)

Asi que cuando entres en razón y notes que aunque tires la carpeta que contiene todas las cartas de tus amigos o seres queridos, no cambiará en modo alguno lo que sienten por ti. Cuando seas capaz de alimentar a tu propio ego y te deshagas de notitas y cartas de tus ex-parejas y admiradores secretos. Cuándo te des cuenta de que lo único que deja una persona al tocar un objeto es una ligera y casi imperceptible capa de células muertas y huellas digitales. Cuando te des cuenta, de que si llegaras a necesitar una hoja del color que tienes guardado (y que muchas veces no es ni siquiera una hoja completa), es poco probable que requieras solo una y será necesario que hagas el viaje a la papeleria. Cuando dejes de mover la vela para emergencia que nunca encuentras cuando se va la luz. Cuando te atrevas a abrir el bote de resistol que lleva años paseando de un escondite a otro y te das cuenta de que esta completamente seco.

Cuando logres hacer todo eso, y como resultado tengas dos o más bolsas grandes y negras de basura, ese será tu grado de madurez: + basura = + madurez. Y a pesar de todo, sin importar cuantas cosas logres tirar, no pasarán más de tres meses para que otra generación de basura tome su lugar. Porque el complejo de ratón es una enfermedad degenerativa y si no se trata a tiempo puedes morir (entre otras maneras) durante un incendio: Al tratar de rescatar la mayor cantidad de objetos inservibles, te verás en la necesidad de elegir, lo que te provocará un colapso de nostalgia que te hará finalmente imposible abandonar tu hogar en llamas. O trataras de huir con tantos objetos que al final te será imposible atravesar la puerta.

Todo esto me lleva a una nueva conclusión. La madurez existe. Pero solo se madura sobre una etapa lejana de la vida. Al prescindir de los amuletos del pasado podemos jactarnos de haber madurado sobre esa etapa de nuestras vidas. Pero en ese mismo instante estaremos cargando en la bolsa, o en la cartera los nuevos "viejos amuletos" que tiraremos tiempo después. Lo cual me recuerda a un fragmento de poema que guardaba en una de las carpetas que tiré y al cuál le dediqué un momento para guardar en la memoria.

"...Entonces... no teníamos recuerdo. Éramos el recuerdo que tenemos ahora. Ídolos de nosostros mismos, para la fé sumisa del después."
Gabriel Ferrater.

Memoria: El complejo de ratón original. Tal vez sea el miedo a la vulnerabilidad de nuestra mente, a la facilidad con la que pueden confundirse los sueños con los recuerdos por lo que necesitamos las cosas palpables para reafirmar nuestro pasado. Comprobar lo que almacenamos en la mente, con lo que almacenamos hasta debajo del mantel. Conservarnos, más allá del olvido.



He escrito.


lunes, 11 de enero de 2010

Manual para saber con que pie levantarse de la cama.


Los celos, el escepticismo y el mirar hacia mil lados en un segundo antes de recoger dinero de la calle son claros ejemplos de una verdad absoluta en el ser humano: No confiamos en la suerte.

Y me atrevo a escribir sobre absolutos porque apuesto mi larga, abundante y hermosa cabellera a que todo ser humano al menos por un instante de su existencia dudó ante la mano extendida de la suerte.

La Suerte (con mayúscula por que merece un nombre propio, entendido como un ser caprichoso, juguetón y quizá manipulador) no es algo que se merezca, no puede ganarse o perderse, no puede buscarse por que nadie sabe cómo es hasta que se la topa (y no es fácil de distinguir) y nadie puede retenerla porque no es algo asible. Se extraña cuando se sospecha que ha pasado por nosotros y al ser un beso de aire fresco en nuestro interior su única estela, es válido dudar de ella.

Es trágico, como contraparte, la facilidad con la que aceptamos una mala racha, es una barra de mantequilla café que nos hace caer fuerte o/y repetidamente, y al tocar el suelo como su cara metafórica, buscamos en nuestro pasado la razón por la que merecemos el lodo en nuestras rodillas y encontramos tantas posibilidades que nos enloquece seguir viviendo sin saber cuál fue el error que desembocó en ese mal karma.

Mejor tomar las cosas como vengan. Tal vez las buenas acciones traen buena suerte. O quizá no se trate de merecer. Procuro pensar que no somos mas que una bola de musgo superdesarrollado contoneandose en una pestaña de la eternidad. Las cosas chuscas serán un guiño y los instantes de felicidad.... también.



viernes, 8 de enero de 2010

Baños para personas que gustan de su mismo sexo.



No estoy hablando de masturbación, ni, más especificamente (si jugamos con los sinonimos de cada palabra) de autofelación...

El motivo de esta investigación surgió un día que placeaba muy a gusto por un centro comercial con mi novio y cuando mi vejiga lo dispuso sentí la necesidad de ir al baño. En el camino dos mujeres que caminaban frente a mi, para el deleite de muchos seres humanos, se besaron. Obviamente el beso no fue un beso de amigas, eso no me habría impulsado a escribir esto, fue un gran y envidiable beso frances, de esos bien dados que se te antojan mas que un helado en el desierto. En fin, después del beso entraron muy tomadas de la mano al sanitario y cada quien entró a su respectivo privado. Entonces, mientras hacia lo que tenia que hacer me puse a pensar: (es una de mis cualidades secretas, me surgen buenas ideas en la soledad de un buen sanitario, es una manera de aprovechar el tiempo... se está sentado y si todo fluye adecuadamente ¿Qué más se puede hacer?) "debe ser incómodo no poder disfrutar de una buena evacuación por la certeza de que tu amorcito y dulce caramelo se encuentra a una puerta de cartón de distancia que, según tengo entendido, no aisla ruidos ni absorbe los olores.

Suena asqueroso! Lo se, pero sinceramente ¿Nadie lo había pensado?

Lorena de 19 años. Me contó un dia:

Una vez llevé a mi novio a unos arrancones por el aereopuerto de Toluca. Habia sido una tarde muy agradable, me olvidé de la palabra calorías e ingerí con singular alegría cualquier botana, cerveza, refresco o postre que se me cruzara. Como era de esperarse para las 5 de la tarde en mi estómago burbujeaba la peligrosa mezcla de todos esos los placeres culinarios y comenté tranquilamente que necesitaba ir al baño tratando de disimular el sudor, y el escalofrío. En ese momento odie la caballerosidad de mi novio que como siempre me escoltaba a donde fuera pero a pesar de que el baño estaba del lado opuesto de nuestros asientos pude llegar el sin que ocurriera un accidente. Fue la fila de 4 personas mas larga de mi vida y cuando fue mi turno de entrar deje que todo saliera sin importarme la potencia olfativa de mis conciudadanas de sanitario y mucho menos su sensibilidad auditiva. Confié en que el instinto maternal que toda mujer tiene sustituyera el asco hacia mi persona por una compasión de enfermera por la batalla que se llevaba a cabo en mi intestino. Y asi fue, o al menos me gusta pensar que la indiferencia forzada de las presentes era una especie de compasión recatada. No paso de ser un bochorno ligero, que confundi con los producidos por el malestar estomacal, al fin y al cabo se trataba de personas desconocidas (para mi, quiza yo fui conocida en muchas de sus anecdotas como "aquella chica que entró al baño sin compasión por los presentes en esa tarde calurosa"). Para cuando sali del baño, mi novio observaba la exposición de autos a unos metros de distancia y en el transcurso de la puerta hacia él, se desvaneció cualquier estela que pudiera haber conservado después de aquella odisea en el sanitario.

Esa desagradable anecdota vino a mi mente (obvio en un flashback de pocos segundos...) cuando desarrollaba la presente idea.

Conclusión: Debería existir un sanitario destinado a personas con preferencias homosexuales. No tiene nada que ver con discriminaciones estúpidas como los baños para negros y para blancos... Se trata de la misma razón por la que existen sanitarios para hombres y para mujeres. Pudor, privacidad.

Una lesbiana tiene el derecho de desahogar su mala elección de comida sin el miedo a quedar en verguenza delante (o mejor dicho, al lado) de su pareja. Las mujeres entramos juntas al baño todo el tiempo, SI! pero no es lo mismo "Ay amiga! la proxima vez que comas pollo quitale las plumitas..." a un: "Estas bien? Te ves pálida mi amor" a los dos segundos de haber salido de tu cabina de humo, sin el derecho a unos minutos para poder disimular con los artilugios que cargamos dentro de nuestras bolsas la palidez y el aroma del resultado de una comida mal condimentada frente al espejo para lucir perfecta, para mantener la ilusión tan valorada por nuestras parejas. "Everybody poops" y everybody lo sabe, pero eso no implica que el pudor deje de ser un gesto necesario en una relación. Es lo que nos lleva a depilarnos mientras nuestra pareja no esta en casa, a ponernos mascarillas en un salon de belleza, a teñirnos el cabello antes de salir con él o ella. Lucir bien, siempre para el amor de nuestras vidas.

Amigas lesbianas y amigos gays, tienen el mismo derecho que nosotros los heterosexuales a disfrutar del receso del tocador.

He escrito!